Monday, September 23, 2013

Los Donuts y los Bonus

Empezamos hoy nuestra lista de los aviones mas extraños de la historia y lo hacemos con del Dornier DO 335 "Pfiel" que ocupa nuestro puesto número 10. Este avión cuyo prototipo voló por primera en vez en Septiembre de 1.943 y nunca llegó a producirse en serie, fue una curiosa aproximación de Dornier al diseño de un avión bimotor con las características de un monomotor. Con su configuración de motores en tandem se reducía notablemente la resistencia aerodinámica a la vez que se evitaba el problema de asimetría en caso de fallo de un motor como ocurre en los multimotores que llevan sus propulsores en las alas.

La cola cruciforme estaba pensada para que la parte inferior protegiera la hélice posterior de rozar el suelo en el despegue. Con una velocidad máxima de 763 Km/h a 6.500 m que estaba bastante por encima de los cazas aliados de la época era un aparato muy prometedor. Incluso con un solo motor alcanzaba los 563 Km/h lo cual es excepcional para un peso en vacío de 5.210 Kg.

















Aquí teneis un enlace de Youtube que nos muestra unas raras imágenes de la época.




Vaya pues nuestro número 10 de los aviones mas extraños de la historia para el DO-335.

En esta nueva entrega de nuestro blog queremos empezar de una manera dulce y vamos a hablar de los Donuts, un producto genuinamente americano como la Coca-Cola y que, al igual que esta, se ha extendido con el paso de los años por todo el mundo pasando a formar parte de nuestra vida cotidiana.

Un recuerdo muy vívido de mi infancia son los Donuts aunque, a decir verdad, mi madre no me permitía comer todos lo que a mí me hubiera gustado. Ni que decir tiene que, con esa psicología propia de todas las madres, ella explotaba mi pasión por ese dulce para premiarme cuando me había portado bien, sacaba una buena nota en un examen y cosas parecidas. Esto obraba como una contraprestación a la colleja que me daba cuando hacía algo indebido o impropio.

No hace falta que le echéis mucha imaginación para daros cuenta que en el fondo ella estaba aplicando de manera natural la regla básica de cualquier relación entre partes que no están al mismo nivel. A saber, el palo y la zanahoria.

Esa regla universal se aplica en el día a día en las relaciones empresa/trabajador aunque a veces no nos detengamos a meditar en ello. La principal diferencia es que ahora al Donut se le llama incentivo y, a más altos niveles, bonus.

Los incentivos debieran ser algo razonable que permitiese a la empresa premiar los buenos resultados obtenidos por un trabajador. En una empresa pequeña estos incentivos son discrecionales por parte de la dirección lo cual puede llevar a agravios comparativos entre los trabajadores. Por ello en las grandes empresas estos incentivos están "reglados" lo mismo los salarios o las vacaciones.

Pero esa estricta reglamentación tiene también su parte negativa ya que en muchos casos no es fácil determinar la cumplimentación de los objetivos, individuales o de grupo, con lo que, con el paso de los años dichos incentivos acaban por convertirse en un complemento de la nómina lo que hace que pierdan su carácter de premio. En lenguaje llano viene a significar que algunos trabajadores asumen que el sueldo se les paga por ir a la fábrica y que si la empresa quiere que además produzca, debe de pagarles el incentivo. Por eso, si pensamos que los incentivos representan un acicate para mejorar la productividad, la calidad del trabajo o simplemente el compromiso del trabajador con al empresa no estaríamos equivocando.

Es posible que muchos de vosotros os escandalicéis por lo que estoy diciendo pero si queréis comprobarlo, solo debéis ir a una gran empresa veinte minutos antes de finalizar la jornada laboral y podréis ver una fila de individuos, perfectamente aseados y vestidos con ropa de calle, haciendo cola delante del reloj de fichar esperando a que sea la hora de salida para pasar la tarjeta y salir corriendo. Y no pasa nada, la empresa lo consiente, los sindicatos lo consienten y todos tan contentos. No digo que sean todos y, ni siquiera, que sea lo habitual pero pasa y a nadie parece importarle.

A medida que se sube hacia la cima en la pirámide de la empresa empieza a ser mas sencillo verificar el cumplimiento de los objetivos ya que estos son siempre de tipo económico y por tanto fáciles de constatar. A estos niveles uno podría pensar que los bonus cumplen su función y son la forma de premiar el trabajo infatigable de los directivos en aras de mejorar los resultados de su empresa. Y nos volveríamos a equivocar.

Y la razón es simple. No hace falta ser un experto en economía para darse cuenta que los resultados financierosde una empresa solo pueden mejorar por una de estas dos razones (o por ambas):
  1. Se aumentan los ingresos
  2. Se reducen los gastos
Si nos ceñimos a un sector tan complejo como el aeronáutico aumentar los ingresos no es nada que se pueda hacer en el corto plazo ya que conlleva negociaciones largas y difíciles con los clientes que pueden durar mucho tiempo y esto, al directivo que mira a los resultados a final de año, no le soluciona el problema.

Nos queda pues la segunda opción y ahí es donde entran a saco. En aras de cobrar el bonus se exprime a las proveedores, se suprime cualquier mejora del producto, se elimina cualquier gasto en desarrollo etc. Esto conduce inevitablemente a un empobrecimiento, desde el punto de vista técnico, de la compañía a largo plazo. Pero eso al directivo de turno no le preocupa porque el ya habrá cobrado su "bonus" y lo mas probable es que, cuando los efectos de su acciones sean patentes, él ya no esté allí para ver el resultado de sus hazañas.

Si subís aún mas en la pirámide, hasta llegar a la alta dirección, el resultado no es mejor porque allí se puede plantear una reorganización de la compañía, separando áreas deficitarias (pero de alto valor estratégico) de las que dan dinero, en aras de mejorar los resultados a corto plazo. Por supuesto que públicamente se venderá como una remodelación orientada a adaptarse al mercado, o para aumentar las sinergias entre distintos compañías del grupo y cosas parecidas. Pero la triste realidad es que el CEO de turno está pensando que a él le quedan dos años y que su jugoso bonus tiene que quedar asegurado.

Así pues, miremos donde miremos, abajo o arriba, el panorama es desolador. Por eso, a los que no estáis metidos en esas dinámicas, a los que consideráis que uno tiene que hacer lo que tiene que hacer no porque se lo manden sino porque es lo correcto, os puedo asegurar que nunca cobrareis el bonus.

Pero consolaros, nadie os podrá quitar nunca los donuts.

Un pensamiento:
La Verdad es un pájaro de brillantes colores. Por eso suele ser el primero al que le disparan.

Nos vemos.

Sed buenos.

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