Esta configuración presenta la ventaja de que la contribución del estabilizador horizontal a la estabilidad del aparato se realiza con una aportación positiva a la sustentación (es decir la fuerza de sustentación del timón horizontal ayuda al ala a soportar el peso del avión) mientras que en una configuración convencional, con el timón atrás, dicha contribución es negativa. Además dado que a grandes ángulos de ataque el timón entra en pérdida antes que el ala, es prácticamente imposible que el avión entre en barrena.
Sin embargo dado que el momento de cola de las superficies verticales es pequeño, debido al corto brazo de palanca, suelen adolecer de problemas de estabilidad lateral
Con un motor Mitsubishi Ha-43 de 2.191 HP y un peso máximo al despegue de 5.200 Kg, era capaz de alcanzar los 750 Km/h aunque nunca llegó a entrar en servicio. Solo se construyeron dos prototipos el primero de los cuales voló por primera vez en Agosto de 1.945 con la guerra prácticamente terminada.
El prototipo voló bien aunque presentaba un problema de compensación del enorme torque del motor.
La única unidad que sobrevivió a la guerra fue llevado a Estados Unidos y se encuentra en el National Air and Space Museum en Washington DC.
A continuación os dejo un link de Youtube donde se puede ver uno de los pocos vuelos del Shiden. Aunque la calidad es mala es un gran documento histórico. Observar que en una de las tomas se ven las palas de la hélice dobladas por un golpe con el suelo.
Vaya pues nuestro número 7 de los aviones mas raros de la historia para el Shinden.
Cuando inicias tu carrera profesional siempre andas algo despistado preguntándose como te irán las cosas en ella (lo mismo que nos pasó a a nosotros en su momento). Uno quiere trabajar en algo que le guste, ganar dinero, prosperar, ser respetado en tu trabajo y, con el paso del tiempo, llegar a ser un referente en su profesión. Pero todo esto no pasa de ser una carta de intenciones que hay que llevar a la práctica . Y para eso hace falta un plan. Y de eso vamos a hablar hoy.
Cuando ya llevas un tiempo trabajando empiezas a darte cuenta que muchas de esta objetivos son incompatibles entre sí. Esto es, si ganas mucho dinero sueles trabajar en algo que no te gusta, si eres respetado en tu trabajo no prosperas. Y así sucesivamente.
Y claro, te empiezas a desorientar. Aunque no soy amigo de contar anécdotas, no me resisto a relataros una de la que fui testigo al inicio de mi vida profesional que os ilustrará mucho sobre este tema.
Por aquel entonces tenía el privilegio de trabajar en una División tecnológica de la mas importante empresa aeronáutica de nuestro país. El grupo de ingenieros de nuestro departamento teníamos la costumbre de reunirnos todas las mañana, antes de comenzar nuestra jornada laboral, a tomar un café para comentar las incidencias del día anterior y sus chismes asociados. Dado que en aquel entonces no existían las máquina expendedoras como en la actualidad, habíamos comprado una cafetera entre todos y, en una pequeña habitación que nos servía de almacén, oficiábamos todos los días ese pequeño ritual.
En realidad estábamos todos menos uno. Uno de nuestros compañeros nunca se apuntaba a ese café de primera hora y permanecía delante de su terminal (en esa época los PC estaban en sus inicios y nosotros usábamos estaciones Digital PDP-11 o Vax Station para desarrollar el Sw) como si el mundo que le rodeaba no existiera.
El director de nuestra División era un hombre extraordinariamente puntual y cortés y, todas las mañanas, cuando iba camino de su despacho se detenía unos momentos a charlar con nosotros. Cuando reemprendía su camino, y también todas las mañanas, se volvía a detener junto a nuestro solitario compañero para interesarse por lo avances de su trabajo.
Esta rutina se repetía monótonamente hasta que un día algo diferente sucedió. Aquel día, tras charlar con nosotros, continuó hacia su despacho y, al igual que el resto de los días, se detuvo junto a nuestro amigo. Tras un breve intercambio de palabras siguió su camino como siempre. Pero a diferencia de otras veces, a los pocos segundos el hombre se levantó de su silla y vino hacia donde estábamos nosotros.
Sin decir una palabra dejó unas monedas en el bote que nos servía de caja, se sirvió un café y se quedó mirándolo fijamente.
Tras unos momentos, y en vista de que no decía nada, alguien le preguntó:
- ¿Que te ha dicho?
El, levantando la vista de la taza, contestó:
- Que estoy haciendo tan buen trabajo que el año que viene, en vez de un teclado de 101 teclas, me darán uno con 121.
Aquello fue una revelación. Nuestro Director, quizás de manera inconsciente, le había dado la clave de su futuro profesional y posiblemente, por extensión, del de todos nosotros.
El mensaje era claro y sigue siendo perfectamente válido en la actualidad. Si eres muy bueno en tu trabajo el futuro te deparará más de lo mismo.
Esto no tiene porque ser necesariamente malo si te gusta lo que haces, pero conviene que lo sepas de antemano para no llevarte sorpresas.
Por aquella misma época se estaban empezando a implementar en la compañía los famosos niveles Hay que aún se siguen usando en muchas empresas. El sistema Hay es una metodología de valoración de los puestos de trabajo que te permite conocer cual será tu futuro profesional en la empresa. En su mas simple expresión, y ciñéndonos a los titulados, viene a decir que cuanto entras en la empresa, y durante un tiempo, todos los ingenieros se mueven a lo largo de un tronco común hasta que, en cierto momento cada uno decide si va a seguir por la rama técnica o por la de gestión (la famosa Y). Esta decisión no implica en teoría diferencias salariales ya que tu puedes progresar de igual manera en tu carrera profesional por una rama o por otra. En teoría.
En la práctica, si decides seguir por la rama técnica pasarás a formas parte de un selecto, y mal pagado, grupo de personas, los especialistas. Un especialista es un individuo con sólidos conocimientos en un área al cual se mantiene encerrado en un armario, en sentido figurado, hasta que le toca resolver un problema que otros han creado. El nivel siguiente al especialista es el experto (que es lo mismo pero con canas). Pero de ellos ya hablaremos otro día.
Pero volvamos al tema que nos ocupaba. A mí siempre me ha resultado fascinante ver como un Jefe de Programa, cuando se ha presentado un problema inesperado que le afecta de manera directa, recurre como mantra al empleo de un conjuro mágico al estilo de los de Harry Potter (como cuando Hermione le arregla las gafas a Harry con un ¡Oculus reparo!).
El conjuro en cuestión es "¡Esto es un tema para los especialistas!". Una vez lanzado, y dado que no duda de su eficacia, se marchará tranquilamente y esperará a que surta efecto. Pero podéis estar seguro que, cuando el problema se resuelva, este mismo individuo no dudará en proclamar a los cuatro vientos que gracias a su gran visión de conjunto y a su capacidad de liderazgo ha salvado a la compañía de un tremendo problema.
Por eso, aunque en vuestra empresa no se apliquen los niveles Hay, debéis estar preparados para tomar en su momento las decisiones mas acordes con vuestros gustos y capacidades a fin de que vuestra carrera profesional no se convierta en un pozo de amarguras.
Para ayudaros a ello hemos preparado un cuestionario de diez preguntas que os dejamos en el link adjunto:
http://engineers-corner.dip-solutions.com/2T/Test.pdf
Las respuestas posibles son "Si", "No", o "Indiferente". Contestad con sinceridad y en nuestra próxima entrada os daremos los criterios para valorar vuestras respuestas y que podáis conocer cual es vuestra mejor opción profesional.
Un pensamiento:
No se si es correcto hablar de la grandeza de algunas empresas pequeñas. Pero estoy seguro de que si es posible hablar de la pequeñez de algunas empresas grandes.
Nos vemos.
Sed buenos
Y claro, te empiezas a desorientar. Aunque no soy amigo de contar anécdotas, no me resisto a relataros una de la que fui testigo al inicio de mi vida profesional que os ilustrará mucho sobre este tema.
Por aquel entonces tenía el privilegio de trabajar en una División tecnológica de la mas importante empresa aeronáutica de nuestro país. El grupo de ingenieros de nuestro departamento teníamos la costumbre de reunirnos todas las mañana, antes de comenzar nuestra jornada laboral, a tomar un café para comentar las incidencias del día anterior y sus chismes asociados. Dado que en aquel entonces no existían las máquina expendedoras como en la actualidad, habíamos comprado una cafetera entre todos y, en una pequeña habitación que nos servía de almacén, oficiábamos todos los días ese pequeño ritual.
En realidad estábamos todos menos uno. Uno de nuestros compañeros nunca se apuntaba a ese café de primera hora y permanecía delante de su terminal (en esa época los PC estaban en sus inicios y nosotros usábamos estaciones Digital PDP-11 o Vax Station para desarrollar el Sw) como si el mundo que le rodeaba no existiera.
El director de nuestra División era un hombre extraordinariamente puntual y cortés y, todas las mañanas, cuando iba camino de su despacho se detenía unos momentos a charlar con nosotros. Cuando reemprendía su camino, y también todas las mañanas, se volvía a detener junto a nuestro solitario compañero para interesarse por lo avances de su trabajo.
Esta rutina se repetía monótonamente hasta que un día algo diferente sucedió. Aquel día, tras charlar con nosotros, continuó hacia su despacho y, al igual que el resto de los días, se detuvo junto a nuestro amigo. Tras un breve intercambio de palabras siguió su camino como siempre. Pero a diferencia de otras veces, a los pocos segundos el hombre se levantó de su silla y vino hacia donde estábamos nosotros.
Sin decir una palabra dejó unas monedas en el bote que nos servía de caja, se sirvió un café y se quedó mirándolo fijamente.
Tras unos momentos, y en vista de que no decía nada, alguien le preguntó:
- ¿Que te ha dicho?
El, levantando la vista de la taza, contestó:
- Que estoy haciendo tan buen trabajo que el año que viene, en vez de un teclado de 101 teclas, me darán uno con 121.
Aquello fue una revelación. Nuestro Director, quizás de manera inconsciente, le había dado la clave de su futuro profesional y posiblemente, por extensión, del de todos nosotros.
El mensaje era claro y sigue siendo perfectamente válido en la actualidad. Si eres muy bueno en tu trabajo el futuro te deparará más de lo mismo.
Esto no tiene porque ser necesariamente malo si te gusta lo que haces, pero conviene que lo sepas de antemano para no llevarte sorpresas.
Por aquella misma época se estaban empezando a implementar en la compañía los famosos niveles Hay que aún se siguen usando en muchas empresas. El sistema Hay es una metodología de valoración de los puestos de trabajo que te permite conocer cual será tu futuro profesional en la empresa. En su mas simple expresión, y ciñéndonos a los titulados, viene a decir que cuanto entras en la empresa, y durante un tiempo, todos los ingenieros se mueven a lo largo de un tronco común hasta que, en cierto momento cada uno decide si va a seguir por la rama técnica o por la de gestión (la famosa Y). Esta decisión no implica en teoría diferencias salariales ya que tu puedes progresar de igual manera en tu carrera profesional por una rama o por otra. En teoría.
En la práctica, si decides seguir por la rama técnica pasarás a formas parte de un selecto, y mal pagado, grupo de personas, los especialistas. Un especialista es un individuo con sólidos conocimientos en un área al cual se mantiene encerrado en un armario, en sentido figurado, hasta que le toca resolver un problema que otros han creado. El nivel siguiente al especialista es el experto (que es lo mismo pero con canas). Pero de ellos ya hablaremos otro día.
Pero volvamos al tema que nos ocupaba. A mí siempre me ha resultado fascinante ver como un Jefe de Programa, cuando se ha presentado un problema inesperado que le afecta de manera directa, recurre como mantra al empleo de un conjuro mágico al estilo de los de Harry Potter (como cuando Hermione le arregla las gafas a Harry con un ¡Oculus reparo!).
El conjuro en cuestión es "¡Esto es un tema para los especialistas!". Una vez lanzado, y dado que no duda de su eficacia, se marchará tranquilamente y esperará a que surta efecto. Pero podéis estar seguro que, cuando el problema se resuelva, este mismo individuo no dudará en proclamar a los cuatro vientos que gracias a su gran visión de conjunto y a su capacidad de liderazgo ha salvado a la compañía de un tremendo problema.
Por eso, aunque en vuestra empresa no se apliquen los niveles Hay, debéis estar preparados para tomar en su momento las decisiones mas acordes con vuestros gustos y capacidades a fin de que vuestra carrera profesional no se convierta en un pozo de amarguras.
Para ayudaros a ello hemos preparado un cuestionario de diez preguntas que os dejamos en el link adjunto:
http://engineers-corner.dip-solutions.com/2T/Test.pdf
Las respuestas posibles son "Si", "No", o "Indiferente". Contestad con sinceridad y en nuestra próxima entrada os daremos los criterios para valorar vuestras respuestas y que podáis conocer cual es vuestra mejor opción profesional.
Un pensamiento:
No se si es correcto hablar de la grandeza de algunas empresas pequeñas. Pero estoy seguro de que si es posible hablar de la pequeñez de algunas empresas grandes.
Nos vemos.
Sed buenos
Visita www.dip-solutions.com para ver a que nos dedicamos.
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