Monday, October 21, 2013

Carta a mi hija

Hoy llegamos al número ocho de nuestra lista de aviones "raros" y este puesto se lo hemos adjudicado al Convair XFY-1 Pogo un curioso aparato de despegue vertical que se apoyaba en su cola cruciforme para las maniobras de despegue y aterrizaje en una configuración denominada "tailsitter". Aunque el concepto ya había sido estudiado por los ingenieros alemanes durante la 2ª Guerra Mundial fue el primer vehículo que llegó a volar con esa configuración aunque nunca pasó de la fase de prototipo. Dicho prototipo aún se conserva en el National Air and Space Musum de Suitland (Maryland).


















Con un peso de máximo al despegue de 7.370 Kg y propulsado por un turbohélice Allison YT40 con hélice contrarrotatorias y 5.500 HP de potencia realizó su primer vuelo completo (incluyendo despegue, transición a vuelo horizontal y aterrizaje) el 5 de Noviembre de 1.954. Los problemas de estabilidad y la dificultad del aterrizaje, que obligaba al piloto a mirar hacia atrás mientras trataba de mantener equilibrada la aeronave hicieron que el proyecto se abandonara en el verano de 1.955.

Este concepto de caza con hélice, en un momento en que los turborreactores rondaban ya el Mach 2, era obsoleto desde el mismo momento de su nacimiento aunque no dejaba de ser un concepto novedoso que fue continuado por la francesa SNECMA con su Coleoptére.

Aquí os dejamos un link a Youtube de uno los pocos vídeos que muestran un vuelo completo del Pogo. Disfrutarlo.



Vaya pues nuestro número 8 de los aviones mas extraños de la historia para el Pogo.

Hoy nos vamos a salir un poco del guión habitual y nuestra entrada se va a reducir a una simple carta. Una carta a mi hija.

Querida hija:

Perdona que me dirija  a ti de esta forma un tanto atípica, pero dado que tu vida ya transcurre por caminos diferentes a los míos, no tenemos demasiadas ocasiones de hablar en profundidad de los temas que te preocupan.

Aunque nunca me lo hayas dicho, creo que siempre has pensado que el hecho de que no te dedicaras a la ingeniería ha representado una desilusión para mí. Estas totalmente equivocada. Jamás he querido influir en tus decisiones y este caso no es una excepción. Siempre he creido que, con independencia del rumbo que queramos dar a nuestro camino profesional, la vida es tan extraña que nunca sabes a lo que te acabarás dedicando, por lo que uno debe de guiarse por aquello que más le atrae y dejar que el devenir de las cosas haga el resto.

Cuando me cuentas cosas de tu trabajo, de tus relaciones con tus jefes, de tus inquietudes, no puedo dejar de pensar que para mí todo eso es un "déjà vu". La vida se copia a sí misma una y otra vez y hace que determinados patrones se repitan de manera cíclica.

Sé que te sientes agobiada por la responsabilidad de tu trabajo, que consideras que tu esfuerzo no recibe el reconocimiento que merece, y que, en definitivas cuentas, das mucho más de lo que recibes.

Comprendo que no te servirá de consuelo pero, eso que te pasa a ti en tu mundo, pasa todos los días en el mío. Me desespero cuando veo a ingenieros jóvenes, gente de tu edad, sometidos al mismo estrés sin que sean capaces de encontrar un equilibrio claro entre sus esfuerzos y su recompensa. Son gente que se entrega a su trabajo con convicción y que se ven obligados, sobre todo en estos tiempos de crisis donde las plantillas de las empresas son cada vez mas escasas, a asumir responsabilidades que no les corresponderían dado su nivel en la organización.

Esto, que sucede con carácter general, se ve agravado si encima eres mujer. He tenido, a lo largo de mi vida profesional, brillantes compañeras que no han sido reconocidas en su trabajo como se merecían por el simple hecho de ser mujeres. 

Yo soy una persona firmemente convencida de la igualdad entre hombres y mujeres en todos los aspectos de la vida y, en concreto, en el ámbito laboral. Por esa razón estoy en contra de cualquier tipo de sistema de cuotas que prime a las mujeres sobre los hombres, lo mismo que me rebelo ante lo contrario. No admito que el reconocimiento al trabajo realizado dependa de que seas de uno u otro sexo.

Si hablas de este tema con personas que ocupan puestos de responsabilidad todos te dirán, porque es lo políticamente correcto, que en sus ámbitos de actuación ellos no hacen distinciones, por el hecho de ser hombre o mujer, entre las personas a su mando. Pero, la mayoría de ellos, miente. Y mienten lo mismo si son hombre que si son mujeres. Los primeros lo hacen porque es lo único que saben hacer y las segundas porque, ya que a ellas les costó tanto ascender, no se lo van a poner fácil a las que vienen detrás. Naturalmente doy fe de que hay honorables excepciones pero no pasan de ser eso, excepciones.

Por ello, siempre que tengas que hablar con tu jefe de alguna situación en la que te hayas sentido humillada o maltratada sigue las instrucciones que te doy a continuación.

Cuando te enfrentes con él, y antes de empezar a hablar, dedica unos segundos a mirarle fijamente a la cara. Si concentras toda tu atención te darás cuenta que poco a poco su rostro empieza a difuminarse y lenta, pero inexorablemente, aparecen los rasgos de Mister Potato, con sus ojos saltarines y su nariz de quita y pon.

Es importante en esta fase que contengas la respiración y no te rías porque se rompería la magia. Cuando estés lista empieza a hablar, pero no con tu jefe, sino con el Mister Potato que tienes enfrente, un individuo cómico y bastante simple que ha perdido toda su aureola de poder y su capacidad de intimidar.

Aparte de lo anterior, que es muy útil, hay otra cosa de la que debes de ser muy consciente y es que, te digan lo que te digan, no hay trabajo urgente que no se pueda terminar mañana.

El mundo gira alrededor de grandes mentiras y esta es una de ellas. Las aceptamos todos porque forman parte de los consensos sociales del entorno en que vivimos, pero no por ello son menos mentira.

Cuando un grupo de personas se ven obligadas a realizar un esfuerzo extraordinario para terminar un trabajo en una fecha concreta (lo cual incluye seguramente quedarse alguna noche sin dormir) la primera sensación que les invade al terminar, es la de la inmensa satisfacción de haber logrado el objetivo que les habían marcado. Esto les proporciona un subidón de adrenalina y hace que se sientan como héroes. Están agotados y rotos, pero han vivido una experiencia extraordinaria y se sienten orgullosos de si mismos.

Desgraciadamente lo que no llegan a saber nunca es que el fruto de su trabajo, en forma de equipo o informe, dormirá en la mesa o en los almacenes del cliente durante días o semanas antes de que alguien lo recoja.

Cuando creamos nuestra empresa, uno de los primeros trabajos importantes que realizamos fue una cabina para un simulador de vuelo destinada a una gran compañía del sector (que desgraciadamente ya no existe).


Nosotros habíamos dado un plazo de ejecución sin fijarnos en que la fecha de entrega de la cabina a nuestro cliente caía en Sábado. Unos días antes de llegar a este hito el Jefe de Programa que había designado nuestro cliente nos instó, bajo pena de penalizaciones por incumplimiento de contrato, a que sin falta la cabina debería de entregarse el día señalado.

Dado que, como suele ocurrir siempre, la realidad no se ajusta a tus previsiones, íbamos algo retrasados. Así que última semana trabajamos sin descanso y las dos última noches nos quedamos sin dormir. Por fin, a las 4 de la madrugada del día fijado, acabamos la tarea. Aún me veo repartiendo mantas a nuestros chicos para que pudieran abrigarse y dormir unas horas sobre las sillas de la oficina antes de que llegara el camión que había de recoger la cabina del simulador.

A las 9 de la mañana apareció el camión, cargamos el equipo y nos dirigimos a las instalaciones del cliente a descargarlo. Yo esperaba que allí hubiese una legión de técnicos esperando a que llegara la unidad para empezar a trabajar sobre ella. Para mi sorpresa allí solo estaba esperándonos nuestro amigo el Jefe de Programa. Descargamos la cabina y la metimos en el almacén. A continuación el Jefe de Programa nos dio las gracias y cerró la puerta del mismo.

Cuando le pregunté donde estaba su gente, me contestó que hasta el Lunes no empezarían a trabajar con la cabina. Mi primera reacción fue de sorpresa e indignación, pero luego pensé: "tiene cierta lógica, nos la han hecho traer hoy para que el Lunes puedan empezar a trabajar en ella desde muy muy temprano".

Con este pensamiento me fui a casa a descansar. El Lunes, a las 8 de la mañana, estaba en las oficinas de nuestro cliente para asegurarme de que no había ningún problema con nuestra unidad y que la integración había empezado según lo previsto.

Tras tres horas de espera conseguí hablar con el Jefe de Programa y le espeté malhumorado:

- ¿Donde está vuestra gente?, porque la cabina sigue donde la dejamos y aquí no ha aparecido nadie.

Me sonrió con cierta ironía y me dijo:

- En realidad no podremos empezar a trabajar hasta dentro de 5 ó 6 días que es el tiempo que tardará el proceso burocrático de nuestra empresa en dar entrada a la cabina en los almacenes.

Y entonces - pregunté - ¿por qué nos hemos visto obligados a estar dos noches sin dormir, si podíamos haber traído la cabina hoy y el resultado para vosotros habría sido el mismo?

Su repuesta fue toda una lección de cinismo que nunca he olvidado.

- En realidad así podría haber sido, pero entonces yo no hubiera podido llamar el Sábado al mediodía a mi Director para decirle que la cabina ya estaba en nuestras instalaciones y, consecuentemente, no me habría felicitado por lo buena que ha sido mi gestión.

Por eso, hija mía, cuando alguien te diga que un trabajo es importantísimo y hay que terminarlo en una fecha exacta y precisa, sonríe y, pensando en Mister Potato, contéstale: 

- Señor, yo vengo aquí a trabajar, no a flagelarme.

Un beso
Papá

Un pensamiento:
La peor especie de necio es la del necio que se hace a sí mismo.

Nos vemos.

Sed buenos.

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2 comments:

  1. Por la parte que me toca no puedo sino darte las gracias por dedicarme una entrada. La verdad es que me he emocionado. Sé que estas cosas me las dices y debería tratar de implementarlas en mi vida laboral, pero es difícil. Desde aquí animo a todos los que estén pasando una época dura en el trabajo, que serán la mayoría, a que sigan tus consejos. Lo del Señor Potato tengo que ponerlo en práctica, ¡es una herramienta poderosa!
    Muchas gracias papá.
    Te quiere

    Tu hija

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  2. Rafa, precioso post... que sepas que a mi también me ha venido fenomenal... qué oportuno eres.
    Voy a poner en marcha la estrategia "Mr Potato" muy prontito!!!!!!!
    Un beso
    Ana

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