Wednesday, May 1, 2013

El búho y el ciempíes

Hoy alcanzamos el puesto nùmero ocho en mi lista de diseñadores. Y lo ocupa Nikolai Nikolaevich Policarpov (1.892 - 1.944) otro ruso notable. Policarpov participó en el diseño de multitud de aparatos durante los décadas de 1.920 y 1.930, pero su nombre ha quedado grabado en la historia por el diseño del I-16, el primer monoplano de ala baja cantilever y con tren de aterrizaje retráctil. La vida de este hombre fue una auténtica epopeya ya que estuvo condenado a muerte, junto con mas de 400 ingenieros de su equipo, por el régimen de Stalin por haber fracasado en el desarrollo del avión I-6 un programa que había sido gestionado de manera totalmente surrealista por alguno de los genios de los soviets. Menos mal que los tiempos han cambiado (o eso espero).















Vaya pues mi número 8 para Policarpov.

En la entrada de esta semana vamos a cambiar un poco el registro y hablaremos de algo completamente distinto, aunque relacionado de alguna forma con los grupos de ingeniería que mantienen  vivo lo que yo llamaba el conocimiento dinámico en las grandes empresas.


El lenguaje (sea cual sea este) es algo muy versátil y lleno de sutilezas, pero en su uso diario tendemos a equiparar conceptos que, de por sí, son diferentes. Hoy vamos a hablar de la genialidad y de la brillantez.

Al nacer, la naturaleza nos dota a todos de una serie de capacidades que se distribuyen de manera aleatoria. Dichas capacidades nos son pues repartidas y una de ellas es la capacidad de llega a ser brillantes (esto naturalmente se refiere a cualquier aspecto de la personalidad de un individuo, pero yo lo voy a centrar en la actividad profesional).

Esa capacidad  es algo que todo el mundo posee pero que, como otras muchas cosas, necesita ser pulida y desarrollada en el esfuerzo diario. Una persona llegará a ser, o no, brillante en su actividad como resultado de su capacidad pero fundamentalmente de su esfuerzo, de su dedicación, de sus éxitos, y lo que es mas importante, de la experiencia obtenida de sus fracasos.

Por el contrario, la genialidad es algo que se concede de manera graciable. Es un don sobre el que nosotros, como seres humanos, no tenemos control. Lo tienes o no lo tienes. Las personas dotadas con la chispa de la genialidad son posiblemente las que marcan el camino de la Humanidad pero, en ningún caso, son las que la hacen moverse.

Un genio es en si mismo una persona solitaria. Su mente vaga de un tema a otro y sus ideas o proposiciones no tiene porque ser demostrables. Pero se asume que su simple exposición puede iluminar a otros.

Os voy a poner un ejemplo. Yo personalmente, me siento algo molesto cuando alguien dice que Leonardo Da Vinci es el precursor del aeroplano o del helicóptero.

Leonardo, y creo que sobre esto estaremos todos de acuerdo, es el arquetipo del genio, pero los padres del aeroplano fueron dos hermanos, Wilbur y Orville Wright, humildes fabricantes de bicicletas de Ohio, mientras que los aparatos de alas giratorias se los debemos al esfuerzo y a la creatividad de Juan de la Cierva (un Ingeniero de Caminos español) e Igor Sikorsky un inmigrante ruso en EEUU que en 1.908 cuando oyó hablar de los hermanos Wright dijo “En veinticuatro horas he decidido cambiar el trabajo de mi vida. Voy a dedicarme a la aviación”.

Y esa es una diferencia importante. Estos últimos se habían marcado un objetivo e invirtieron su tiempo, su esfuerzo y su dinero en llevar adelante sus ideas y plasmarlas en algo tangible.

La genialidad no requiere esfuerzo, es algo natural que fluye de manera espontánea. La brillantez por el contrario, es un camino duro y plagado de incertidumbres que no siempre conduce al destino esperado.

El genio es una persona atormentada que, consciente de su propia genialidad, mira al mundo con desdén al no encontrar a sus iguales en el entorno que le rodea. Las personas brillantes, por el contrario, buscan y encuentran a su alrededor otros que, como ellos, necesitan compartir con alguien esos pequeños momentos de éxtasis que se producen cuando el resultado de su esfuerzo cobra vida ante sus ojos.

Esto tiene aún otras consecuencias. Si pones a trabajar juntos a dos genios, obtendrás el mismo resultado que si los dejas trabajar por separado. Por el contrario, si esto lo haces con dos personas brillantes, el resultado será notablemente mejor que si lo hacen individualmente. Y ello es debido es que este tipo de personas son capaces de realimentar sus ideas, sus conocimientos y sus experiencias de una manera natural. Digamos que entran en resonancia.

Por eso, cuando hablamos de ideas o de personas geniales, debemos de ser cuidadosos porque nos puede ocurrir algo parecido a lo que sucede en la fábula del búho y el ciempies.

Un ciempiés va caminando por el bosque, arrastrándose a duras penas cuando se encuentra con su amigo el conejo. Este le pregunta:

 ¿Que te pasa que te veo con mala cara y andas con dificultad?

a lo que el ciempiés responde

Es que tengo artritis, y como tengo cien patas, te puedes imaginar lo mal que lo estoy pasando

el conejo se queda pensativo un instante y le dice:

Creo que deberías ir a hablar con el búho que vive en ese árbol de enfrente. El es el animal mas sabio del bosque y seguro que te puede dar una solución

El ciempiés decide hacer lo que el conejo le ha dicho y se dirige al árbol donde vive el búho. Una vez hechas las presentaciones, el ciempiés le cuenta su problema. El búho se queda un silencio un rato y por fin contesta

La cuestión que me planteas es muy interesante y de difícil solución. Déjame pensarlo esta noche y vuelve mañana que ya habré encontrado la respuesta

El ciempiés se aleja muy contento deseando que llegue el día siguiente, con la esperanza de que el sabio búho sabrá poner fin a sus males.

Al día siguiente el ciempiés vuelve al árbol del búho, tal y como habían acordado.

¿Tienes ya una solución a mi problema? - pregunta

El búho muy sonriente le contesta:

Por supuesto que sí. Después de darle vueltas toda la noche y valorar infinitas opciones, ya lo tengo resuelto. Dado que es evidente que no puedes andar, lo que debes de hacer es volar

El ciempiés se queda perplejo y contesta

¿Y como hago yo eso?

A lo que el búho, sin inmutarse, responde

Amigo mio, yo te he dado la solución, la implementación es cosa tuya

Pues eso.

Dado que esta semana nadie se ha atrevido a plantearnos una respuesta al problema que os proponíamos  vamos a dejarlo una semana más a ver si alguien se le ocurre una posible solución. En cualquier caso la semana que viene os daremos la solución que nosotros aplicamos. El link sigue siendo:

http://engineers-corner.dip-solutions.com/Problema_2.pdf

Un pensamiento:
Cualquier cosa es posible si uno no tiene ni idea acerca de lo que está hablando

Versión reducida :

El papel lo aguanta todo

Nos vemos

Sed buenos




Visita www.dip-solutions.com para ver a qué nos dedicamos.

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